La acelerada urbanización mundial produce desechos de toda índole, que no se gestionan ni se planifican adecuadamente para su manejo y mucho menos para su reutilización.
La actual crisis ambiental es causada por el uso de las fuentes fósiles para generar energía, con las secuelas ya conocidas del calentamiento global. A esta problemática se suma la creciente acumulación de desechos de todo tipo: los orgánicos, industriales y, en las últimas décadas, los provenientes de la industria electrónica. El modelo capitalista explota en forma intensiva las materias primas y los recursos naturales con el objetivo de producir mercancías para su comercialización, buscando la máxima rentabilidad posible; sin reparar en los daños que esta actividad causa al medio ambiente.
Este modelo utiliza el esquema de economía lineal, es decir, extraer, producir, consumir, desechar (Gráfico 1). Este diseño implica la utilización intensiva de recursos naturales y alta generación de residuos sin mayor control para su disposición final, de tal manera que no generen contaminación ambiental.
Gráfico 1: Economía lineal
Basura industrial
Estos desechos provienen de los procesos de producción, transformación y consumo y de todo tipo de mercancías que se utilizan en grandes volúmenes en la industria como, por ejemplo, aceites, pinturas, plásticos, etc. El proceso de descomposición de los primeros plásticos producidos hace unos cincuenta años, puede durar hasta mil años. Su impacto es tan grave que estudios recientes han descubierto partículas de plástico en las zonas polares.
Desechos orgánicos
Son los residuos de origen vegetal o animal que pueden descomponerse relativamente fácil en la naturaleza y convertirse en otro tipo de materia orgánica. Cuando estos restos se acumulan y descomponen producen metano, CH4, un gas de efecto invernadero que atrapa más calor en la atmósfera por molécula que el dióxido de carbono, CO2. El metano es el responsable de aproximadamente el 30 % del calentamiento global desde la época preindustrial.
En 2023, los habitantes de Bogotá generaron y dispusieron casi 2,2 millones de toneladas de residuos domiciliarios en el relleno sanitario de Doña Juana, el más grande del país. Su vida útil expira en 2026 y no existe a la fecha una alternativa viable para su reemplazo. Varias ciudades del país se encuentran en similares circunstancias, los rellenos sanitarios son insuficientes frente al incremento de los residuos.
Desechos electrónicos
La fundación Carmignac, en informe reciente, menciona que, en 2022, se produjeron unos 62.000 millones de kilogramos de residuos electrónicos, de los cuales apenas el 13% de estos fue reciclado técnicamente. El resto, 54.000 mil millones, contribuyó a la contaminación mundial. De acuerdo con lo anterior, en ese año cada persona produjo 7,7 kilos de desechos electrónicos. La estrategia de ventas llamada obsolescencia programada, mediante la cual, deliberadamente, se diseñan dispositivos para que tenga una vida útil corta, obliga al consumidor a reemplazarlos por otro más costoso, pero que desempeña, en general, las mismas funciones.
En Colombia, en este mismo año se generaron 388 millones de kilogramos de residuos electrónicos, cifra muy similar a la que produce un país como Ucrania. El consumo masivo de equipos electrónicos, tanto en la esfera de la producción como en los hogares ─para trabajo y entretenimiento─, ha incentivado su producción a niveles insospechados, pero los productores evitan invertir recursos en su adecuada disposición final.
Otro ejemplo de economía lineal en el ámbito de los recursos hídricos es el ciclo del agua, cuya demanda, por la acelerada urbanización a nivel mundial, tanto para consumo humano como para fines industriales, se incrementa cada día más. Los Estados invierten grandes recursos para almacenar, tratar, transportar y hacer que llegue a los hogares y a las empresas, para luego desecharla en los ríos y, finalmente, al mar. Hoy son contados los casos en que se recicla para su reutilización. Para las próximas décadas, este esquema lineal del uso de este líquido, vital para la vida, no es viable por el agotamiento de este recurso y por los costos que implica este proceso.
Modelo circular
Busca producir los bienes y servicios que demanda la sociedad sin alterar los ciclos naturales. Algunas de las estrategias son reutilizar y reciclar la materia prima, prolongar la vida útil de los bienes, eliminar del proceso productivo el concepto de obsolescencia programada. Por ello, este modelo de economía utiliza el sistema producir, reducir, reciclar, reutilizar (Gráfico 2).
Gráfico 2: Economía circular
Está en marcha un ambicioso proyecto ambiental destinado a descontaminar el 70% de las aguas residuales de Bogotá, mediante la Planta de Tratamiento de Aguas Residuales, PTAR. Este plan impactará positivamente a cerca de 80 municipios que se abastecen de las aguas del río Magdalena.
Si bien la economía circular contribuye a detener el cambio climático y a proyectar una sociedad libre del uso de energía basada en fuentes fósiles, la solución a esta crisis pasa por plantear la necesidad de un nuevo modelo económico, en el cual el crecimiento y el desarrollo no entren en contradicción con la preservación y cuidado del medio ambiente.
Nancy Fraser, docente y doctora honoris causa en Europa y América, en su libro Capitalismo caníbal, define este sistema como “… un orden social que confiere a una economía, cuyo motor es la obtención de beneficio, el poder de alimentarse de los soportes extraeconómicos que necesita para funcionar: riqueza expropiada a la naturaleza y a los pueblos subyugados; múltiples formas de cuidado, crónicamente subvaluadas cuando no negadas por completo; bienes públicos y poderes públicos, que el capital requiere y a la vez procura restringir; energía y creatividad de los trabajadores…”.
Información tomada de desdeabjo.info