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Entrar a la ruta de la seda, mucho más que una pataleta contra Trump

Una fuerte resistencia se le formó entre empresarios colombianos por la decisión que tomó la semana pasada el presidente Petro por hacer un memorando de entendimiento con China. En plena guerra de aranceles profundizar acuerdos económicos con el dragón asiático es una necesidad imperante. Apenas se supo de esta intención del gobierno colombiano se encendieron las alarmas desde Estados Unidos. Desafiante, el enviado especial del Departamento de Estados Unidos para América Latina, Mauricio Claver Carone, y el encargado de negocios de la embajada norteamericana, John McNamara fueron más que amenazante: si Colombia quiere abrazar a China será una gran oportunidad para las flores ecuatorianas y el café de Centroamérica.

Sin embargo en los últimos días las relaciones entre Estados Unidos y China parece mejorar. Una vez más Trump demuestra la inestabilidad de sus decisiones. A pesar de haber anunciado una guerra comercial con China, en Ginebra la diplomacia ha funcionado. Se reunieron el domingo 11 de mayo y pudieron limar asperezas entre las dos potencias.

Entrar a la nueva ruta de la seda es mucho más que una pataleta del presidente contra Trump. Es entrar en el futuro. China tiene acuerdos con más de 135 países para revivir una ruta que empezó en el año 206 antes de cristo, es decir, hace 2.206 años. Era una ruta en la que se abarcaban 8.000 kilómetros y que llegaba a Estambul. Los principales puntos por los que pasaba la ruta de la seda eran Xian, se pasaba por un desierto, el de Takla Maklan, Afganistán, Kirguistán y Pakistán. Continuaba por el Levante y atravesaba el Meditarranio. En ese momento Estambul era Constantinopla.

A pesar de las advertencias de Estados Unidos no es ninguna excentricidad que Petro, quien llegó a la China este 12 de mayo, quiera profundizar las relaciones con China. A este país llegó en una delegación con 16 funcionarios. Entrar a la Ruta de la China es abrirle la puerta a necesidades que exige el mundo. Una de ellas es la Transición energética de la que China es potencia, además de acelerar el proceso de la descarbonización.

Históricamente Colombia ha estado ligada a Estados Unidos y los empresarios obviamente sienten temor por posibles represalias por parte del gobierno norteamericano quien, una vez ejerció su segundo mandato, después del 20 de enero, ha demostrado ser especialmente brutal con los países que ellos consideran no están alineados con sus ideales. Parte de los gremios advierten de los riesgos por jugársela por China: “China no es reconocida internacionalmente como una economía de mercado, lo cual plantea serias dudas sobre la transparencia, la equidad y las condiciones de competencia”. Así lo advirtió María Claudia Lacouture, presidente de AmCham Colombia. Lo que pide la doctora Lacouture, lo que teme, es que  esta decisión surja de un análisis reposado, mucho más allá que una pataleta contra un gobierno tan difícil de llevar como es el de Donald Trump:

“Es crucial que estas decisiones se basen en un análisis riguroso de beneficios y riesgos, priorizando siempre el interés nacional y la estabilidad de las relaciones existentes, especialmente con socios estratégicos como Estados Unidos. La diversificación de relaciones internacionales debe orientarse hacia la obtención de beneficios tangibles para los colombianos, sin comprometer los principios fundamentales que rigen nuestra economía y política exterior”.

Una de las primeras reacciones de Petro apenas llegó a Beijing fue la de afirmar la independencia de Colombia en sus decisiones. Si bien en su primera visita, en octubre del 2023, quiso firmar el ingreso del país a la Ruta, no lo hizo por lo que él llamó un error de su entonces canciller Álvaro Leyva. Ahora parece que será un hecho, Colombia ingresará a la milenaria ruta comercial.

Por: Redacción Pares
Información tomada de pares.com.co

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de Noviembre 4 de 1970

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