Hablar de Lenin a cien años de su fallecimiento significa repetir frases mil veces dichas, reproducir ideas económicas como la Nueva Política Económica, NEP, o revivir debates realizados durante décadas
Es difícil encontrar aspectos nuevos en las tesis y prácticas de Lenin, aunque siempre vale la pena hacer el intento. Él combinó con maestría la idea revolucionaria estratégica y la teoría revolucionaria táctica, para obtener el resultado de un actuar dialéctico que llevó al pueblo ruso ─y por lo tanto a la humanidad─ a la primera revolución socialista en la historia. Aún más difícil es llevar a la práctica la revolución hoy en día. ¿Será porque nos hace falta la filosofía? Sin filosofía somos indefensos.
Ayuda echar un vistazo a contribuciones de Lenin a la filosofía. El líder ruso no fue filósofo como tal; la única obra suya que tiene al menos carácter filosófico es Materialismo y Empiriocriticismo, publicada en 1909 como una defensa del marxismo contra los “Machistas”, corriente liderada por el austríaco Ernst Mach (1838-1916).
Empirismo y positivismo
El positivismo es la “ciencia de los hechos”: sólo trata de lo que hay y lo que podemos tomar por seguro. Si nada más consideramos la controversia entre materialismo e idealismo que acompaña la filosofía desde sus orígenes griegos, y si tomamos en cuenta que los marxistas somos materialistas, podríamos pensar que a la vez los marxistas leninistas somos positivistas.
El materialismo parte de la idea de que todo es materia, incluso mente y consciencia. El idealismo, en cambio, dice que toda realidad se refiere a las ideas de la mente, que todo parte de allí. La pregunta es: ¿el hombre influye en las cosas o las cosas influyen al hombre? Los idealistas subrayan lo primero, los materialistas lo segundo. Nuestra consciencia, decimos los materialistas, la adquirimos a través de la experiencia, es decir, de manera empírica.
El positivismo, entonces, se sitúa claramente al lado del materialismo ya que también parte del empirismo; de allí la deducción entendible de que positivismo y marxismo/materialismo estemos en el mismo lado. Sí, en el mismo lado, pero no en el mismo sendero; tan fácil no es.
Hace falta la dialéctica
El positivismo carece de la dialéctica, la idea de la evolución. La crítica de Lenin al empiriocriticismo de Mach se puede entender mejor si consideramos que el positivismo se refiere a lo que ha sido comprobado, pero no se refiere a lo que podrá ser comprobado. El positivista posiblemente se ha de defender con la tesis central de su propia lógica: ¿cómo hablar de lo que no ha sido comprobado? Los materialistas, sin embargo, incluimos lo que anticipamos como tema comprobable en un futuro.
El positivismo avanza en peldaños de escalera. No ve lo que está en el próximo escalón. El marxismo no sólo en peldaños, sino también en la inclinación. Los diferencia la no aplicación de la dialéctica; el positivismo en este sentido es “inflexible”, prefiere esperar el próximo peldaño antes de arriesgarse a pronunciarse. Esto lo hace poco ventajoso como método cuando la meta nuestra es reconocer el mundo y reconocerlo definitivamente es el prerrequisito para cambiarlo.
Lenin, en su obra citada, expresó: “Igual que en todas las áreas de la ciencia, también en la teoría del conocimiento de causas hay que pensar de manera dialéctica; esto es no pensar que nuestros conocimientos sean algo acabado e inalterable, sino investigar sobre cómo el saber resulta de la ignorancia, sobre cómo el saber imperfecto, no exacto puede ser más perfecto y exacto”.
En resumen, se puede decir que Lenin marcó la diferencia entre los marxistas, que defienden el materialismo, y los positivistas, que también apoyan el materialismo pero sin la perspectiva dialéctica. Lenin rescata la dialéctica dentro del materialismo.
Contribuciones leninistas
¿Cuál fue la contribución de Lenin a la filosofía más allá de su distanciamiento de los empiriocriticistas? Y de haber algo más, ¿de qué nos sirve hoy? Su legado consiste en su capacidad de diferenciar y de aplicar lo que se puede aprender utilizando la dialéctica.
En el texto Otra destrucción del socialismo, publicado en marzo de 1914 en la revista mensual Sowremenny Mir (El mundo de hoy), Lenin afirma: “Puesto que los historiadores y los filósofos, a pesar de sus opiniones reaccionarias, han hecho avanzar esta ciencia esclareciendo aún más la cuestión de la lucha de clases, desarrollando el método dialéctico y aplicándolo o empezando a aplicarlo a la vida social: por tanto, el marxismo, que ha dado una serie de tremendos pasos adelante precisamente por este camino, es el desarrollo más elevado de toda la ciencia histórica y filosófica de Europa”.
Vladimir Ilich caracteriza a los filósofos, por un lado, como reaccionarios por defender muchos de ellos las sociedades feudales, luego capitalistas, existentes. Por otro lado, reconoce sus méritos por haber llevado al marxismo a otro nivel. Si comparamos esta frase con la undécima tesis de Feuerbach de Carlos Marx ─“Los filósofos sólo han interpretado el mundo de manera diferente, pero lo que importa es cambiarlo”─, comprendemos que Lenin quiso rescatar el valor de los filósofos y de la filosofía. No la ve estática, inalterable, sino, la observa en el tiempo.
Lenin usa aquí una perfecta maestría histórica-dialéctica: esto es reconocerle a la filosofía que es capaz de cambiar según conocimientos de las causas, según posibilidad y necesidad, según su libertad misma de expresión. Él sabe que aquellos filósofos de la Iluminación hicieron contribuciones revolucionarias en sus respectivas épocas: comprender este mundo, contribuir a su secularización, en última instancia, quitarle su mito y sustituirlo por la razón. La reconocibilidad y la cambiabilidad del mundo son la base de todo el pensamiento marxista, por lo que Marx pudo conectar sobre todo con estos filósofos y no distanciarse de ellos, como a menudo se malinterpreta su undécima tesis de Feuerbach.
Para abordar nuestros problemas políticos, económicos y sociales una parte de la filosofía puede ser un tesoro grande, especialmente aquella que es activa y contribuye a la transformación. Esto ha sido el caso de la filosofía de la Iluminación del siglo XVIII en Francia.
En Materialismo y Empiriocriticismo, Lenin destaca el papel del filósofo francés Denis Diderot, quien fue el principal intelectual e impulsor del proyecto de la “Enciclopedia” y a la vez un líder materialista de la resistencia filosófica de la época contra el feudalismo y la Iglesia. Con un instinto seguro y perspicacia, Lenin supo reconocer a Diderot entre sus colegas idealistas o burgueses.
La lectura de Lenin puede enriquecernos. Aplicar sus ideas puede liberarnos.
Información tomada de semanariovoz.com