En los días 26, 27 y 28 de junio se ha desarrollado en Barcelona, en la Facultad de Filosofía de Barcelona y en el Institut d’Estudis Catalans, el “Congreso Internacional Lenin» (1), al que he presentado una “comunicación” que he llevado al papel y a la blogosfera con las notas que se encuentran en mi blog y a partir de las cuales publico éstas más breves.
Para este trabajo he tomado como referencia principal unas citas del debate entre Lenin y Trotski sobre “los sindicatos” en los primeros años de la Revolución de Octubre.
Afirmaba Lenin: “Los sindicatos… no podrán perder aún en muchos años una base como la ‘lucha económica’ no de clase, en el sentido de lucha contra las deformaciones burocráticas de la administración soviética, en el sentido de defensa de los intereses materiales y espirituales de la masa de los trabajadores…” (2), legitimando la “lucha huelguística en un Estado con un poder estatal proletario …”.
Lenin confrontaba con ésta y otras consideraciones con el planteamiento de Trotski quien afirmaba: “la voluntad perfectamente justa y legítima de concentrar la gestión de la industria en manos de los sindicatos … (lo que) significa que los sindicatos deben convertirse en aparatos del estado obrero” (3), y “…los sindicatos … (han de) ser capaces de cumplir la nueva tarea que les ha planteado la revolución proletaria …: organizar la producción” (4).
Un debate siempre importante sobre la función del sindicato, mucho más en aquellos años tras la toma del poder por los “soviets”, y en plena guerra civil para asentar el poder que emergió de la Revolución de Octubre.
Una primera reflexión: no es posible “organizar la producción” y a la vez la “lucha huelguística” en defensa de los intereses inmediatos de los trabajadores por parte de una misma organización, los sindicatos. Un debate que abordo en mi intervención desde los planteamientos políticos y académicos de la época y alguno posterior (Lenin, Trotski, Bujarin, Zinoviev, Martov, Rosa Luxemburgo, Gramsci, Lukács, Garaudy, Carrillo y Sartorius), así como de mi experiencia política en los órganos de dirección del PCE y del PSUC de 1969 a 1975, y mi actividad sindical y sociopolítica a partir de 1966.
Me ha interesado en particular la reflexión sobre papel de los “soviets” y su clara diferenciación con el “sindicato” en aquel momento, tras la victoria de la reivindicación bolchevique de “todo el poder a los soviets”. Los soviets como vocación original de la conquista del poder, y los sindicatos para la conquista de las reivindicaciones inmediatas de mejora de las condiciones de trabajo, pudiendo coincidir ambos cuando sus objetivos se entrelazan hasta su posible fusión en momentos de crisis revolucionaria. Y el “partido” como instrumento de vanguardia necesario, necesario instrumento de dirección. Con ello la relación entre las tres formas de organización de la clase trabajadora, dos de las cuales, sindicatos y partido, Gramsci caracteriza como de carácter “privado” y de permanente necesidad en una sociedad de clases, mientras que la tercera, los soviets, es de carácter “público”.
A partir de ello y otras consideraciones, entiendo necesario cuestionar la función de los soviets tras la conquista del poder, convertidos en órganos del Estado, del Estado siempre como expresión del dominio de una clase, con la que parece inevitable degeneración burocrática que lleva a la confrontación con los intereses inmediatos de la clase trabajadora, también en el Estado “proletario”. Los soviets permanentes, no revocables en la práctica a pesar de su teoría originaria, convertidos en la base de regímenes burocrático-dictatoriales, de poder político y económico de la “nomenklatura”. Así sucedió en la URSS y luego en China, Cuba, Vietnam, Venezuela, …, con sus similitudes y también notables diferencias.
Consideraciones que enlazan con las que formuló Gramsci al considerar las condiciones, las funciones y la relación de independencia entre soviets y sindicatos en la etapa prerrevolucionaria. Afirma Gramsci en “Ordine Nuovo”, en su editorial del 12 de junio 1920 titulado “Sindicatos y Consejos” (con la denominación “consejos” equivalente al “soviets”): “… , el sindicato se vuelve capaz de contraer acuerdos, de asumir compromisos: así eso fuerza al empresario a aceptar una legalidad en su trato con el obrero” mientras que “El Consejo es la negación de la legalidad industrial, tiende a destruirla en cada instante …”., subrayando de hecho, entiendo, su carácter coyuntural.
Las consideraciones anteriores me llevaron también a un apunte sobre los debates en el ámbito del PSUC y del PCE de los años 70 del siglo pasado, sobre la Huelga Nacional Pacífica (HNP) (consigna que, con la distancia temporal y los matices que se quiera, puede asimilarse a la de “todo el poder a los soviets”) y la Huelga General Política (HGP), ésta como motor de aquella. Con el papel de las “comisiones obreras” como movimiento sociopolítico de masas (movilización social en la que la exigencia de las libertades, de cambio político del poder, se había convertido en una reivindicación de masas “inmediata” en el marco de la crisis revolucionaria que vivimos en el tardofranquismo) y sobre la propuesta fracasada de un Congreso Sindical Constituyente para construir un sindicalismo unitario (como propuesta también “para la ruptura democrática”, no “para después” de ésta).
Aporto algunas referencias a lo que viví directamente: las movilizaciones obreras en SEAT de 1969 a 1975 y las huelgas generales sectoriales o territoriales de aquellos años como expresión de los movimientos sociopolíticos de masas y de la crisis revolucionaria del “momento histórico”. Termino expresando mis dudas sobre el carácter actual “sociopolítico” de la “Confederación Sindical de CCOO”, como se afirma en sus estatutos, que por otra parte cumple plenamente las funciones de sindicato “tradeunionista”, como Lenin calificaba la lucha “económica”.
Junto con las reflexiones que resultaron del desarrollo de lo apuntado en estas líneas, cerré mi intervención en el mencionado “Congreso Lenin” con una anécdota del año 1969. En la RDA (Alemania Oriental), en un encuentro con dirigentes de la “nomenklatura” del partido allí “dominante”, el SED (PC de la RDA), abordamos lo inevitable un año después de la invasión de Checoeslovaquia por los tanques del Pacto de Varsovia aplastando el intento checo de construir un “sindicalismo de rostro humano”. Les mencioné la legitimidad “según Lenin” de las huelgas obreras en un “Estado proletario”. Ante su escándalo y firme negativa, les señalé la autoridad de la cita (con la que comienzo estas notas) que se encontraba, les dije, “en el Tomo 32 de las Obras Completas de Lenin” (lo que yo había descubierto, pero no se lo mencioné, en una referencia de Roger Garaudy en su interesante librito “Lenine” de “Presses Universitaires de France” de 1968). Sorprendidos al encontrarla, terminó la discusión, aunque supongo pasarían la adecuada nota a la Stasi.
Considero que la “cuestión sindical” es de las menos trabajadas por parte de los estudiosos de las obras de Lenin (con la mía sólo hubo otra entre las más de 50 ponencias y comunicaciones en los 3 días del “Congreso”). Su actualidad merece un mayor trabajo individual y colectivo, a lo que intento contribuir con mi intervención en ese encuentro y con estas notas.
Notas:
(1) https://leninconference.cat/ca/
(2) Lenin: “Insistiendo sobre los sindicatos, el momento actual y los errores de Trotski y Bujarin”, Obras Escogidas, Tomo III, Editorial Progreso, Moscú 1961, pag. 583.
(3) Trotski: Obras Escogidas, Edicions Internacionals Sedov, Valencia 2022, pags. 81 y 85
(4) Tesis 8 de su Plataforma (con Bujarin y otros) para el VIII Congreso de los Soviets y el X del PCR (bolchevique)
Fuente: https://www.nuevatribuna.es/articulo/global/lenin-cuestion-sindical/20240701093025228465.html
Por Isidor Boix
Información tomada de rebelion.org