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Tierra, agua y dignidad: la lucha contra la AngloGold Ashanti en el suroeste antioqueño

La presencia de la multinacional minera AngloGold Ashanti en el suroeste antioqueño ha sido, desde hace más de quince años, motivo de preocupación, organización y lucha por parte de las comunidades campesinas de la región. El proyecto Quebradona, que en el municipio de Jericó busca desarrollar minería subterránea de cobre, oro, plata y molibdeno, ha enfrentado un rechazo masivo por sus posibles impactos ambientales, sociales y culturales. Lo que para la empresa representa una oportunidad de inversión y grandes ganancias, para las comunidades significa una amenaza directa a sus formas de vida, su soberanía alimentaria y la biodiversidad de un territorio históricamente agrícola y de enorme riqueza natural.

Tras década y media de resistencia la comunidad no depone la resistencia, y es así como desde el pasado 3 de abril  campesinos de la vereda Vallecitos, corregimiento de Palocabildo, municipio de Jericó, se encuentran en protesta permanente. Denuncian nuevas acciones por parte de AngloGold Ashanti para avanzar en estudios exploratorios, pese a no contar con una licencia ambiental vigente. Como ha sido recurrente, la empresa intenta ingresar maquinaria a través de métodos clandestinos: equipos introducidos en horas de la madrugada, trabajadores disfrazados de recolectores de café, y plataformas que se camuflan como tostadoras de café pero resultan ser perforadoras.

Este modus operandi no es nuevo. En 2022 un grupo de campesinos ingresó a una finca para evitar la construcción de una plataforma minera. En 2023, ante otro intento de perforación, desmontaron una de las plataformas de exploración como una acto de protesta pacífica dado que la empresa no había cumplido con el principio de transparencia y acceso a la información a la comunidad. La plataforma fue entregada por parte de la comunidad a la Policía del municipio. Estas acciones derivaron en procesos judiciales: 45 campesinos fueron denunciados en 2022 y otros 61 en 2023. Hoy, 11 de ellos enfrentan imputaciones ante la Fiscalía por delitos como secuestro simple, hurto calificado y daño en bien ajeno. La judicialización de la protesta social se convierte, así, en una estrategia para intimidar y desarticular la resistencia comunitaria.

La gravedad del conflicto no se reduce al ámbito local. Colombia es uno de los países más peligrosos del mundo para los defensores del medio ambiente. Según organizaciones como Global Witness, año tras año se registran decenas de asesinatos, amenazas y desplazamientos forzados contra líderes sociales que defienden el agua, la tierra y los ecosistemas. Según sus informes, en el 2023, los activistas asesinados suman 196, siendo Latinoamérica con el 85 por ciento de las víctimas la región más peligrosa para los defensores de la naturaleza, y entre los países que integran la región Colombia, con 79 asesinados, el más peligroso.

En este escenario, las multinacionales mineras han actuado con respaldo de los gobiernos de turno, que con frecuencia priorizan el extractivismo sobre la protección del territorio y los derechos humanos.

AngloGold Ashanti, con sede en Sudáfrica, es una de las mayores productoras de oro del mundo. Su historial está marcado por denuncias de contaminación ambiental, conflictos con comunidades y violaciones de derechos en diversos países de América Latina y África. En Colombia, ha tratado de ganarse la simpatía de las comunidades mediante el ofrecimiento de prebendas, como ayudas económicas, convenios con instituciones educativas y patrocinios culturales. Sin embargo, muchas personas de la región ven estas acciones como intentos de dividir y cooptar a la población, sin resolver las preocupaciones de fondo.

Las banderas por naturaleza y vida en alto en el suroeste antioqueño no han sido una reacción espontánea, sino el resultado de un proceso de organización social amplio. Diversas plataformas ciudadanas y colectivos ambientalistas, como la Mesa Técnica por la Defensa del Territorio, el Comité por la Defensa del Agua y el Territorio de Jericó, el Movimiento Independiente de Jóvenes del Suroeste –MIJOS– y muchas otras organizaciones locales, han sido clave en la construcción de una oposición informada, pacífica y firme. A través de foros, mingas, plantones, acciones jurídicas y presencia constante en los medios, estas organizaciones han logrado consolidar una voz colectiva que exige respeto por la autodeterminación de los pueblos.

En esta lucha, que no encontró despistada a la comunidad, 2024 fue testigo de un momento clave: el reconocimiento oficial del territorio donde se pretende desarrollar Quebradona como una Zona de Protección para la Producción de Alimentos (ZPPA), la cual tendrá áreas específicas de protección para la producción de alimentos (APPA), determinante del ordenamiento territorial que impide legalmente el desarrollo de actividades mineras. No obstante, la empresa continúa intentando ingresar al territorio, desconociendo esta medida y presionando por la reapertura del trámite de licenciamiento. Ante la protesta campesina, en días recientes, representantes de varios ministerios –Agricultura, Interior, Ambiente y Minas y Energía, así como la Agencia Nacional de Minería, se hicieron presentes en el lugar del bloqueo campesino, pero no lograron acceder al predio donde se denuncian las perforaciones ilegales. Los dueños de la finca exigieron una orden judicial para permitir el ingreso, mientras que los manifestantes advierten que esto podría ser una estrategia para ganar tiempo y sacar la maquinaria de manera encubierta.

En medio de este panorama de amenazas, criminalización y represión institucional, las comunidades del suroeste antioqueño siguen apostando por la vida. Para ellas, el agua que brota d e las montañas, la tierra que produce alimentos y la dignidad de habitar un territorio sin miedo son valores innegociables. Su lucha no es solo por su región, sino por un modelo de desarrollo que respete la naturaleza y los derechos de las personas por encima del interés de las corporaciones transnacionales.

La historia aún se está escribiendo, pero lo que ya es evidente es la valentía y la claridad política de estas comunidades. Su resistencia ha sido ejemplar, no solo en Colombia sino en América Latina, y representa una esperanza viva en tiempos donde el extractivismo amenaza con devorar lo común. La defensa del suroeste antioqueño es, en definitiva, la defensa de un país más justo, soberano y en armonía con la naturaleza.

Autor/a: Fernando Pérez - 8 mayo, 2025
Información tomada de desdeabajo.info

 

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